jueves, 13 de agosto de 2009

"Colombia se convierte en una plataforma para la expansión bélica de esta potencia"

Declaración del Polo Democrático Alternativo sobre las bases militares de Estados Unidos en el país
Rebelión


1. El Gobierno de Álvaro Uribe ha anunciado la determinación de otorgar a los Estados Unidos el uso de bases militares en el territorio nacional a través de un acuerdo que pondría a su disposición toda la geografía colombiana para todo tipo de operaciones dentro y fuera del país. Con las primeras, se involucra a un ejército extranjero en el conflicto interno, se atiza la confrontación y se aleja la paz. Con las segundas, Colombia se convierte en una plataforma para el asentamiento y la expansión bélica de esta potencia, que afecta no solo la estabilidad de los gobierno democráticos y progresistas, sino también los importantes proyectos de integración Latinoamericana y caribeña.

2. Además de la indigna condición a la que queda sometida la soberanía nacional, es evidente que tal decisión hace de Colombia una punta de lanza de las pretensiones del gobierno de los Estados Unidos y de sus aliados para agredir a los estados latinoamericanos que no le son afines o que podrían debilitar su hegemonía continental, y se suma a la ofensiva de fuerzas reaccionarias y del imperio que como en Honduras, provocaron el Golpe de Estado contra el Presidente legítimo de ese país, José Manuel Zelaya,

3. Esta aberrante concesión es contraria a la Constitución. Ni los artículos concernientes a estos asuntos, ni las instancias a las cuales deberían consultarse, han sido respetados. Es una de las más flagrantes violaciones que ha cometido este gobierno al Estado Social de Derecho.

4. La guerra es negocio de un reducido grupo de empresas multinacionales que dependen de los contratos de seguridad y defensa del Departamento de Estado y del Pentágono. Tras el sofisma de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, existen jugosos negocios del complejo militar industrial estadounidense, que abarca desde las fábricas de armas y municiones hasta las firmas contratistas de mercenarios a escala global.

5. La profundización del sometimiento militar de Colombia es la continuación de la fracasada política antidrogas enmarada en el Plan Colombia. Con ello se amplificaran los daños económicos, sociales y ambientales que se han padecido por más de una década, y se agravará aún más, la crisis humanitaria y de derechos humanos.

6. Un hecho aún más inadmisible es la expedición de la inmunidad jurídica dada a los militares y mercenarios norteamericanos para toda clase de delitos cometidos en Colombia, quienes tendrán el estatus diplomático. Los antecedentes de las conductas delictuosas de los efectivos del ejército de Estado Unidos - aquí y en otros países - hacen concluir que esta inmunidad es una abierta impunidad.

Por estas consideraciones, el Polo Democrático Alternativo – PDA – convoca a:

a). Invitar a las Fuerzas Política y Sociales, a los demócratas, Intelectuales y Defensores de Derechos Humanos de Colombia y el Continente, a reunirnos prontamente para acordar una AGENDA COMUN y un PRONUNCIAMIENTO contra este Acuerdo que vulnera la soberanía Nacional y afecta la estabilidad democrática y pacífica de la región.

b). Convocar la JORNADA NACIONAL DE MOVILIZACION Y PROTESTA contra la Guerra, las Bases Militares en Colombia, por la Soberanía Nacional y la Paz en la Región.

c). Impulsar una CAMPAÑA NACIONAL Y CONTINENTAL contra la militarización y la intervención de Estados Unidos en América Latina, a la que esperamos se sumen las Fuerzas Progresistas y Democráticas del mundo.

d). Expresar nuestros sentimientos de fraternidad, solidaridad y apoyo a todos los países latinoamericanos, a sus pueblos y a los gobiernos que legítimamente los representan.

COMITÉ EJECUTIVO NACIONAL

lunes, 10 de agosto de 2009

Positivo el ruleteo de Uribe


Por: Víctor J. Rodríguez Calderón

El Presidente de Colombia, Álvaro Uribe, esta realizando un ruleteo por países suramericanos para explicar a sus homólogos sobre el acuerdo militar que ha llevado como peón principal del imperio norteamericano.

Chile, Perú, Argentina y Brasil son algunas de las naciones que han sido visitados por éste y según él mismo, estas les han concedido su voto de confianza por lo que todo esta listo para que Estados Unidos utilice el territorio colombiano para montar sus bases militares, las cuales son complemento “y que” para la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo, llevar a cabo operaciones contingentes, logística y entrenamiento, esto de acuerdo al lenguaje que utiliza el imperio. Por otra parte, estas bases serian sustitución de la base de Manta en el Ecuador, la cual los norteamericanos deben abandonar este año.

El martes próximo pasado, el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, el general James Jones, se reunió con el asesor de la presidencia brasileña para asuntos internacionales, Marco Aurelio García, quien le manifestó por una parte, que no le parecía que cerca de la frontera de una región como Amazonía, objeto de codicia internacional, fuese positivo, pues el alcance de esas bases y sus objetivos no estaban muy claras para el Brasil; además indico García que le había señalado a Jones que la postura del Brasil no era ideológica, sino porque su gobierno tenia buenos nexos con Colombia y que su presidente buenas relaciones con el presidente Uribe.

La respuesta del general James Jones no se hizo esperar y le refuto claramente: “El Presidente Uribe tuvo la sensibilidad para entender que el clima de la región no estaba bien, por eso en un gesto positivo, un gesto de humildad, Uribe visitaba las naciones sureñas porque concretamente se dio cuenta que las cosas no fueron bien comunicadas”.

Pero, la realidad es que con una simple maniobra diplomática Estados Unidos demostró que el recientemente creado Consejo Sudamericano de Defensa (CSD) de inspiración brasileña es, hasta ahora, un tigre de papel. En realidad América del Sur, es una región donde no existen amenazas letales a la seguridad estadounidense, no hay países que proliferen nuclearmente, no se divisan terroristas transnacionales de alcance global que operen contra intereses de Washington, es una de las más pacíficas del mundo, tiene regímenes democráticos en todos los países y posee, conjuntamente, un bajo nivel de antiamericanismo, sin embargo Venezuela es uno de los enemigos a vencer por su revolución pacifica, por eso tenemos que discutir por qué Estados Unidos necesita usar bases militares en Colombia. Bogotá no acepta debatir el tema -y de allí el ruleteo diplomático presidencial bilateral de estos días del presidente Álvaro Uribe- como tampoco Washington quiere explicar su política a la región. En todo caso, el consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, James Jones, ya visitó Brasilia y le informó al gobierno del presidente Lula la decisión de su gobierno.

En ese contexto, desde mediados de los noventa el Comando Sur se ha ido transformando en el enarca militar de Estados Unidos para el Caribe y América latina. Estacionado en la Florida, el Comando Sur tiende a comportarse como el principal interlocutor de los gobiernos del área y el articulador cardinal de la política exterior y de defensa estadounidense para la región. El perfil proconsular del Comando Sur se observa y comprueba mediante el análisis empírico del vasto conjunto de iniciativas, acciones, desembolsos, ejercicios, datos y manifestaciones que diseña y ejecuta en torno de las relaciones continentales. El restablecimiento de la IV Flota es apenas uno de los últimos indicadores de una ambiciosa expansión militar en la región que no contó con ningún cuestionamiento del Departamento de Estado ni de la Casa Blanca.

- Por supuesto, el uso de varias instalaciones militares en Colombia le facilita al Comando Sur lograr parte de su proyecto proconsular: ir facilitando -naturalizando- la aceptación en el área de un potencial Estado gendarme en el centro de América del Sur. El mensaje principal es para Brasil y para Venezuela. Más allá de las coincidencias políticas y de negocios que estas dos naciones puedan llevar con Washington, Estados Unidos buscará restringir al máximo la capacidad de Brasil en el terreno militar y Venezuela en el terreno revolucionario, por lo que buscará acrecentar su propia proyección de poder en la Amazonia.

De ahí que una vez mas el imperio se crea que somos el patio trasero de su casa. Por eso tenemos que estar todos los latinoamericanos y caribeños en estado de “ALERTA”. Nosotros reafirmamos la voluntad de transformarnos en paz y en democracia, nuestro “subdesarrollo” realidad social, recuperando nuestros bienes y recursos naturales. Como revolucionarios estemos claros, el imperio avaló todos los hechos del golpe militar de Honduras, avanza con su IV flota por nuestros mares y ahora con la instalación de estas bases militares en Colombia, debemos preguntarnos: ¿Contra quién se levanta semejante e innecesario poderío militar?, necesario es desenmascarar el objetivo de Uribe-Obama. Ellos si vienen a desestabilizar a los gobiernos que no se les arrodilla ni ofrenden obediencia



¿Más siete de Colombia? Las 865 bases militares de EEUU en 40 países



En el contexto del neo-pinochetismo hipócritamente tolerado por Washington en Honduras, ahora resulta que la proyectada instalación de siete bases militares de Estados Unidos en Colombia, que provocó masivo repudio en Latinoamérica, constituye la actualización de un nuevo acuerdo de seguridad mediante el arrendamiento de las bases existentes con el fin filantrópico de combatir a la narco-guerrilla fronteriza, según una ingeniosa interpretación de Obama expuesta a un grupo de reporteros hispanos (Reuters; 07/08/09), en vísperas de la desarticulada cumbre del ASPAN en Guadalajara, donde México no tiene nada que hacer ni debió participar desde su calamitosa génesis.

Nadie aprende en cabeza ajena y EU repite los mismos errores de la URSS, con una tríada de consecuencias devastadoras: sobrextensión imperial, guerra perpetua e insolvencia, que llevan a un probable colapso similar al de la anterior Unión Soviética, a juicio de Chalmers Johnson (Diez medidas para liquidar las bases militares de EU; Asia Times; 04/08/09).

Chalmers Johnson, profesor emérito de la Universidad de California (San Diego) y prolífico autor de libros notables, coloca en relieve el imperio global potencialmente ruinoso de bases militares que acompasa la larga dependencia en el imperialismo y el militarismo de EU en sus relaciones con otros países, además de “su hinchado establishment militar”.

En paralelo, Floyd Norris, analista financiero y económico de The New York Times (01/08/09), devela que el embarque de bienes duraderos civiles de EU se derrumbó mas de 20 por ciento durante la recesión, lo cual hubiera sido peor de no ser por la creciente producción de armas, que se disparó 123 por ciento (¡súper-sic!) por encima del promedio del año 2000 (inicio del militarismo bushiano que ha incrementado Obama con su máscara de cordero secuestrado por los lobos del Pentágono).

Norris comenta que todavía EU es primariamente una economía civil, cuando “el rubro militar representa alrededor de 8 por ciento de todos los bienes duraderos (en el año 2000 fue 3 por ciento), pero, a nuestro humilde entender, va que vuela a una economía preponderantemente militar, ya que muchos segmentos de su actividad civil se entrelazan con su consubstancial belicismo, como ha demostrado SIPRI, el excelso instituto pacifista sueco.

Según el inventario del Pentágono en 2008, citado por Johnson, el imperio de EU consiste de 865 instalaciones en más de 40 países, con un despliegue de más de 190 mil soldados en más de 46 países y territorios.

Johnson expone el caso singular de Japón y la base de Okinawa (por cierto, plagada de escándalos sexuales de los disolutos militares estadunidenses que llevan 64 años ininterrumpidos de ocupación).

Las siete bases militares adicionales de EU en Colombia elevarán su total planetario a 872, lo cual no tiene equivalente con ninguna potencia pasada y presente: ¡EU invadió literalmente al mundo!

Lo más relevante radica, a juicio de Johnson, en que tal despliegue es innecesario para la genuina defensa de EU, amén de provocar fricciones con otros países y su dispendioso mantenimiento global (250 mil millones de dólares por año, según Anita Dancs Foreign Policy in Focus): su único propósito es brindar a EU hegemonía, es decir, control o dominio sobre el mayor número posible de países en el planeta.

A juicio de Johnson, Obama no se ha percatado de que EU no tiene más la capacidad de ejercer su hegemonía global, mientras exhibe su lastimoso poder económico lisiado, cuando EU se encuentra en una decadencia sin precedente.

Expresa tres razones básicas para liquidar el imperio estadunidense: 1. Carece de los medios para un expansionismo de posguerra; 2. ”Va a perder la guerra en Afganistán, lo cual abultará más su quiebra”, y 3. acabar el vergonzoso secreto del imperio de nuestras bases militares.

Propone diez medidas:

1. Poner fin al severo daño ambiental causado por las bases y el cese del Acuerdo sobre el Estatuto de los Ejércitos (SOFA, por sus siglas en inglés) que de antemano impide a los países anfitriones ejercer su jurisdicción sobre los crímenes perpetrados por soldados estadunidenses, exentos de toda culpabilidad (en particular, la epidemia de violaciones sexuales en los paraísos militares).

2. Liquidación del imperio y aprovechar el costo de oportunidad para invertir en campos más creativos.

3. Lo anterior, indirectamente frenaría el abuso a los derechos humanos, ya que el imperialismo engendra el uso de la tortura, tan pletórico en Irak, Afganistán y la base de Guantánamo.

4. Recortar el inacabable listado de empleados civiles y dependientes del Departamento de Defensa, dotado de su lujoso hábitat (albercas, cursos de golf, clubes, etcétera).

5. Desmontar el mito, promovido por el complejo militar-industrial, de su valía en la creación de empleos y en la investigación científica, lo cual ha sido desacreditado por una investigación económica seria.

6. “Como país democrático que se respeta a sí mismo, EU debe cesar de ser el mayor exportador de armas y municiones del mundo y dejar de educar a los militares del Tercer Mundo (v.gr. militares de Latinoamérica en la Escuela de las Américas de Fort Benning, Georgia) en las técnicas de tortura, golpes militares y servicio como instrumentos de nuestro imperialismo.”

7. Debido a las limitaciones crecientes del presupuesto federal se deben abolir programas que promueven el militarismo en las escuelas, como el entrenamiento del Cuerpo de Oficiales de Reserva.

8. Restablecer la disciplina y la rendición de cuentas en las fuerzas armadas de EU, disminuyendo radicalmente la dependencia de los contratistas civiles, empresas militares privadas, y agentes que trabajan para el ejército fuera de la cadena de mando y el Código de Uniforme de la Justicia Militar. Cita al respecto el libro de Jeremy Scahill Blackwater: El ascenso del ejército mercenario más poderoso (sic) del mundo (Nation Books, 2007). A propósito, el holandés-estadunidense Eric Prince, fundador dimisionario de Blackwater y neo-cruzado de la extrema derecha cristiana del Partido Republicano (muy cercano al bushismo), acaba de ser implicado en un asesinato (The Nation; 04/08/09).

9. Reducir el tamaño del ejército de EU.

10. Cesar la dependencia inapropiada en la fuerza militar como medio principal para intentar conseguir metas de política exterior.

Su conclusión es realista: desafortunadamente, pocos imperios en el pasado abandonaron voluntariamente sus dominios para permanecer como entidades políticas independientes y autogobernables. Los dos importantes y recientes ejemplos son los imperios británico y soviético. Si no aprendemos de ellos, nuestra decadencia y caída estarán predeterminadas.

¿Tendrá curación la adicción de EU al militarismo por más de un siglo?

http://www.jornada.unam.mx/2009/08/09/index.php?section=opinion&article=014o1pol



domingo, 9 de agosto de 2009

Unasur, Uribe y la derecha continental

Eduardo Anguita (Fuente: miradasdelsur)

Honduras en la Cumbre de Quito
Honduras en la Cumbre de Quito
Este lunes, en Quito, se reunirán los presidentes de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y tendrán una agenda muy diferente a la que reunió en Trinidad y Tobago, en abril pasado, a esos mismos mandatarios con Barack Obama, el nuevo titular de la Casa Blanca. Hace algo menos de cuatro meses, el tema principal era la reinserción de Cuba en el sistema interamericano y constituyó una señal de distensión de fortalecimiento de la integración regional. Mañana, en cambio, cuando se inaugure Quito como la sede definitiva de Unasur, se hablará de las bases norteamericanas en Colombia y del golpe de Estado en Honduras.

Unos vientos del viejo sistema del Sur dependiente y sometido soplan en Latinoamérica. Álvaro Uribe se paseó orondo por la mayoría de los países miembros de esta nueva comunidad regional para explicar por qué albergará a militares para convertirse en una amenaza directa a las fronteras calientes que Colombia tiene con Ecuador y Venezuela. Uribe, desde ya, pegará el faltazo a la cita de Quito. Lo que es preocupante es que el mismo presidente colombiano da información a los medios en el sentido de que algunos presidentes se mostraron “comprensivos” y que “no quieren interferir en decisiones soberanas” de Colombia, como si fuera soberano que el ejército más poderoso del mundo se asiente a pocos kilómetros de un país petrolero –Venezuela– que tomó el camino del socialismo del siglo XXI. Concretamente, Uribe dijo eso de la chilena Michelle Bachelet y del paraguayo Fernando Lugo.

Uribe visitó a Cristina Kirchner y no dieron información oficial tras el breve encuentro que tuvieron en la Casa Rosada el miércoles pasado. Se sabe que la Presidenta argentina está en contra de esa decisión de Colombia y que, además, tuvo la iniciativa de viajar a Washington para acompañar al depuesto presidente de Honduras Manuel Zelaya tras el golpe de Estado en ese país. Cristina Kirchner no está sola en esa postura. Muy por el contrario, Lula da Silva, Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales han dado muestras contundentes de rechazo a esta decisión.

Militarismo, petróleo y drogas. La plata que el narcotráfico mueve es formidable. Es una de las fuentes principales del lavado de dinero en el mundo que, según el Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas, mueve cien mil millones de dólares al año. Una tarea imposible de hacer sin la participación activa del sector financiero más concentrado, cuyo corazón está en las principales ciudades de Estados Unidos. A su vez, Colombia fue históricamente el país productor y comercializador de cocaína hacia ese país, que es el principal consumidor del mundo. Con esos datos en la mano, no resulta extraño que Colombia haya sido el principal país receptor de “ayuda” militar norteamericana en los últimos quince años. Para darle contexto, el cuarto en el mundo, después de Israel, Egipto y Pakistán. Pero así como Irán o Irak tienen petróleo, también hay petróleo en Venezuela, país al que apuntarán las bases norteamericanas que Uribe pretende instalar.

Doblar la apuesta. El último vuelo operativo de las naves estadounidenses desde la localidad ecuatoriana de Manta fue el pasado 17 de julio. Los militares norteamericanos tienen plazo para dejar Ecuador el 15 de septiembre.

Lo que Washington podría haber vivido como una derrota lo convirtió en un desafío mayor: Uribe expresa la decisión de que el Sur no puede jugar a independizarse del Norte. Sobre todo cuando Venezuela ya consagró una serie de estatutos constitucionales que crean mecanismos genuinos de estatización de grandes compañías privadas para profundizar un modelo que el chavismo denominó “socialismo del siglo XXI” y que no ataca la propiedad privada nacional, sino la de los intereses monopólicos extranjeros. Un modelo que está sometido a las urnas y que no limita la participación de partidos opositores.

La base de Palanquero, en Puerto Salgar, al centro del país, es la mayor. La de Apiay, un poco más al sur, en la región de Meta, y la de Malambo, en el departamento Atlántico, conforman un semicírculo que apunta a Venezuela. Una particularidad: la base de Malambo está cerca del municipio venezolano de Zulia, en manos de opositores a Chávez, donde crecen ideas de separatismo. La frontera de estos dos países tiene, cada tanto, hitos de conflicto. Muchas veces los personeros de Uribe crean la figura de “narcotraficantes” o “terroristas de las Farc” que van y vienen de los dos países para justificar posibles incursiones. Los paramilitares colombianos son vistos en muchas oportunidades en territorio venezolano. Como son “civiles” no pueden ser tratados como soldados en operaciones. Sin embargo, la presencia militar norteamericana, directa, sin disfraces de agentes civiles, creará un clima nuevo con sabor al viejo intervencionismo directo.

Hay una oleada de la derecha, que combina a viejas oligarquías con nuevas expresiones de multimillonarios con apetencias presidenciales y contactos con los poderes de lobbies norteamericanos. Por otra parte, en Estados Unidos, no todos están dispuestos a alinearse con la política de Obama. La mismísima Hillary Clinton tuvo como asesores en política exterior a figuras que hoy son partidarias de las bases en Colombia. Su marido, Bill Clinton, siendo presidente fue quien concretó el llamado Plan Colombia, una mascarada para tener presencia física en la región. El vicepresidente norteamericano Joe Biden, siendo senador demócrata fue un entusiasta defensor de la guerra contra las drogas y la guerrilla colombiana. Una situación que pondrá a Obama, en estos días, ante la primera decisión grave de su gobierno en lo que respecta al continente: él es el presidente de un país armamentista, representante de los intereses de las corporaciones privadas globales con sede en su país y de una inmensa maquinaria estatal que deja un margen no siempre grande para que el inquilino de la Casa Blanca se convierta en un amante de la paz. Por eso, los mandatarios latinoamericanos que se reúnan en Quito deben tener presente que sólo con unidad y firmeza pueden balancear y oponerse a esta escalada.

|| Fuente: (miradasdelsur)

8/9/09