domingo, 20 de diciembre de 2009

DOSSSIER SOBRE LA INVASION DE UN IMPERIO EN DECLIVE (III)


Por: Víctor J. Rodríguez Calderón


AUMENTO GASTO DE DEFENSA


El planificado incidente del bombardeo al campamento de Raúl Reyes en Ecuador pone al descubierto, una vez más, la política del Estado Colombiano y del gobierno de Uribe para impedir cualquier salida pacífica al conflicto con la guerrilla y con ello, el desprecio a las vidas de los secuestrados. El gobierno de Uribe sobrevive incitando a la guerra interna y apelando continuamente a la lucha contra la guerrilla como un medio de atacar y destruir a la izquierda en Colombia, lo que toma como iniciativa para recurrir de nuevo al imperio.



Por otra parte, este ataque causa la inmediata ruptura de las relaciones entre Colombia y Ecuador, Las dudas sobre el alcance de estas operaciones militares son ilegítimas para todos los países de la región, excluyendo al gobierno peruano que apoyando a Colombia propuso la aceptación de las bases por parte de Unasur, propuesta peruana que fue rechazada de inmediato.


En consecuencia, se destapa la ofensiva del imperialismo norteamericano y de como se intensifica contra la revolución latinoamericana. Al mismo tiempo, el imperialismo siente cómo se le escapa de las manos el control sobre el continente y recrudece su campaña contra la revolución y los movimientos sociales del mundo. La estrategia del Departamento de Defensa (Pentágono) para el conflicto colombiano es exterminar a los revolucionarios o buscar su rendición para negociar con ellos.



Muy particularmente, el punto de mira del imperialismo se sitúa también sobre la revolución venezolana y el referente que supone para las masas en toda América Latina. De ahí las maniobras y la presión del imperialismo para frenar ese giro a la izquierda en todo el continente y especialmente en Venezuela.


El imperio se reciente y ve como su expansión global, además de ineficiente, se convierte en una pesada carga financiera internacional, agudizando por su puesto la crisis capitalista mundial, en realidad queda como “UN GERDARME EN BANCARROTA, PERO CON MISILES”, posee la más grande carga militar de la historia, sostenida débilmente por su crisis económica, pero de difícil neutralización, pese a la necesidad de hacerlo, por ser la fuente principal de desorden mundial.


Recordemos que las caracterizaciones oficiales estadounidenses sobre la guerra civil en Colombia, primero la vieron como una problemática de subdesarrollo, luego como país mafioso ingobernable y ahora como amenaza terrorista.

A la salida de la presidencia de Bush y su clan, Condolezza Rice y Dick Cheney, se esperaron nuevas alternativas de entendimiento y pacificación, pero Obama y su nuevo combo reciben la herencia de Bush, ese que llaman Proyecto por un nuevo Siglo Americano (PNAC). El cual continua con la era Bhusiana y con los retoques Cínicos de Obama y es en Julio de2008 cuando activa nuevamente la IV flota de su marina en las aguas Latinoamericanas.


En septiembre de 2008 el Secretario General de la ONU y el jefe de la OTAN, firmaron un acuerdo a escondidas del Consejo de seguridad, sobre el “desarrollo de tareas operativas conjuntas para el mantenimiento de la paz “supuesta” en lo Balcanes y Afganistán “. La cancillería Rusa rechaza de inmediato ese juego, pues lo que hace es crear una “estructura político militar ilegal”, pues la ONU cede parte de su inalienable potestad del monopolio de la fuerza, a 26 países miembros de la OTAN, en detrimento de los restantes 166 países de la ONU.


Ya en el 2007 los gastos militares de la OTAN habían ascendido a la asombrosa suma de los 1200 millones de dólares, la mitad de esta suma la gastaron los EEUU, gastos que representan el 70 por ciento del total mundial.


OBSTINACIÓN DE UNA POLÍTICA FRACASADA


El narcotráfico y el terrorismo es base para la doctrina de seguridad del Plan Colombia. Aplicada y apoyada ahora también por el gobierno de Obama se repite para justificar las operaciones. El argumento que sustenta el acuerdo es el mismo, la cooperación en la lucha contra el flagelo en territorio colombiano.

Aunque en el balance oficial del Plan Colombia se presenta con un saldo positivo en la lucha contra las drogas cuando se habla del 60% de descenso en el área cultivada desde su aplicación en 1999; el análisis conjunto de los factores asociados a la producción muestra un resultado diferente. Las mediciones de la Oficina de las Naciones Unidas para las Drogas y el Delito muestran que el área cultivada se aumento un 27% durante el último año. En los últimos diez años se incrementó la capacidad de producción, llegando casi a duplicarse al pasar de 350 a 900 toneladas métricas, entre 1997 y el 2008.

El narcotráfico está lejos de disminuir; por el contrario se diversifica y adapta, en una dinámica similar a la del efecto globo de los cultivos de coca, puesto que una de sus características es su fragmentación y volatilidad. Se pasó de la época de Pablo Escobar y la persecución a los grandes cárteles, en los ochentas y noventa, a la atomización de los grupos que controlan las diferentes fases de transformación y distribución; así como las rutas y corredores estratégicos.

El negocio se ha especializado y deslocalizado, siguiendo la lógica del capital, sólo que nutrido por la criminalidad asociada a la ilegalidad de la actividad.

Además, se repite el ciclo de la deforestación, para establecer nuevos cultivos, y las fumigaciones, para erradicarlos; mientras se avanza sobre ecosistemas estratégicos como la Amazonia y el Pacífico Biogeográfico, además de numerosos parques naturales y resguardos indígenas. La población que habita dichos territorios padece los efectos perversos del narcotráfico y de su capacidad para agudizar la violencia.

El conflicto también ha generado algo que el gobierno de Uribe niega: El desplazamiento forzado de población, el segundo más alto del mundo, después de Sudan, con 4 millones de refugiados.

Esta situación afecta más que a nadie a los pueblos indígenas, quienes abandonan sus territorios ancestrales a medida que avanza la inversión de empresas extractivas y multinacionales atraídas por las políticas de privatización y de liberalización económica.

Según el estudio de la Fundación Seguridad y Democracia, el poder corruptor y degenerador de violencia del narcotráfico se expresa en las altísimas tasas de homicidio y de secuestro de últimos quinquenios, en la crisis humanitaria del desplazamiento, en el fortalecimiento de los grupos armados y en la creación y utilización de otras rentas ilegales que generan más violencia y más crimen.

La revisión de la política contra el narcotráfico es perentoria. Desafortunadamente la Conferencia mundial contra las Drogas (Viena, 2009) dio muy pocos avances, entre otras cosas porque aún no se definía la política norteamericana que seguiría el presidente Obama.

Resulta interesante preguntarse si la política de lucha contra las drogas aplicadas en los principales países productores de heroína y cocaína en el mundo - Afganistán y Colombia- es la correcta para resolver los conflictos que viven estos países y que afectan la seguridad de las regiones.

Esta coyuntura puede ser la oportunidad para reformar la política de lucha contra las drogas. El escenario de la Unasur es una oportunidad para discutir y diseñar una estrategia propia para la lucha contra el narcotráfico, a partir de la experiencia y el conocimiento de las comunidades locales, las organizaciones sociales, los pueblos indígenas y sus usos ancestrales, la academia y demás sectores que tienen alternativas para definir una política justa y eficaz contra las drogas.

(Continuara…)







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