domingo, 2 de enero de 2011

Educación en Valores Éticos



Por: Víctor J. Rodriguez Calderón.


El siglo XXI plantea a la educación una doble exigencia que puede parecer contradictoria: la educación debe transmitir, masiva y eficazmente, un volumen cada vez mayor de conocimientos teóricos y técnicos evolutivos, adaptados a la civilización cognoscitiva, porque son las bases de las competencias del futuro.

Simultáneamente, debe hallar y definir orientaciones que permitan no dejarse sumergir por las corrientes de informaciones más o menos efímeras que invaden los espacios públicos y privados y conservar el rumbo en proyectos de desarrollo individuales y colectivos.

Para cumplir el conjunto de las misiones que le son propias, la educación debe estructurarse en torno a cuatro aprendizajes fundamentales que en el transcurso de la vida serán para cada persona, en cierto sentido, los pilares del conocimiento: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.

La educación debe contribuir al desarrollo global de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad individual, espiritualidad; todo esto para dotar a los alumnos, a través de la educación, de un pensamiento autónomo, que les permita emitir juicios sobre que deben hacer en las diferentes circunstancias a las que se enfrenten a lo largo de la vida.

El proceso educativo es permanente en la vida del ser humano, en la escuela se constituye la interacción con las demás personas, con los objetos y elementos de su entorno, en cualquiera de sus niveles de acción, preparará al hombre para la vida, contribuye al desarrollo de competencias socio-afectivas y habilidades indispensables para la vida, da forma a la personalidad, desarrolla el pensamiento crítico y científico; además, favorece la adquisición de conocimientos, hábitos, destrezas, habilidades, actitudes y valores.

La educación y formación de valores comienzan sobre la base del ejemplo, que no se pueden reducir a los buenos ejemplos y el modelo del profesor, por lo que la formación de valores es un proceso gradual, donde es necesario buscar e indagar cuáles valores y por qué vías se deben formar, desarrollar, afianzar y potenciar en diferentes momentos de la vida, según las necesidades que se van presentando en la formación de un profesional.

La educación es medio fundamental para adquirir, transmitir y acrecentar la cultura; es proceso permanente que contribuye al desarrollo del individuo y a la transformación de la sociedad, y es factor determinante para la adquisición de conocimientos y para formar al hombre de manera que tenga sentido de solidaridad social.

Hablar de educación en valores es un tema por demás importante, la realidad de los centros educacionales muestra una clara decadencia de valores en el alumnado. Es bien sabido, que las primeras nociones de educación en valores se reciben en el hogar, sin embargo, no siempre es de ese modo.

Existen, por mencionar algunos, valores religiosos, afectivos, sociales, estéticos, físicos, intelectuales, económicos y morales, todos de trascendencia para la sociedad, sin embargo, dentro de los valores morales se encuentra a la Ética que es de gran importancia.

La educación se encuentra con un problema permanente. Existen dos exigencias fundamentales: Una relacionada con los conocimientos que deben ser creados, re-creados, mantenidos, acumulados y transmitidos de generación en generación, es decir, la parte teórica; otra, de suma importancia porque en esencia fundamenta esta transmisión, referida al sentido de todas estas actividades educacionales y que es, en una palabra, ÉTICA.

La ética es la ciencia que, al estudiar la conducta humana en cuanto al deber ser, traduce sus principios a exigencias prácticas que deben regular cualquier actividad, incluyendo el estudio de la misma.

La ética insiste en la idea de la propia autonomía. Que sea autónoma significa que sus principios no pueden fundamentarse en una religión o en una autoridad terrenal. No hay otro origen de la ley moral, que la misma razón humana, de ahí su autonomía.

Actualmente, los valores éticos han perdido cierta vigencia y eso ha contribuido al incremento de algunos de los males de la sociedad. Para dar frente a esta situación es necesario mejorar la calidad en la formación para que sea capaz de llevar a cabo su actividad profesional.

Los valores éticos deben integrarse en el currículo como parte medular de éste, ya que las deficientes técnicas de enseñanza, no observan ningún tipo de inducción ética y por ende el profesional nunca desarrolla una moral y olvida que es un hombre que interactúa en sociedad, que debe trabajar para el desarrollo de la misma, y orientar sus actuaciones al servicio a la sociedad y jamás en contra de ella.

Justicia, honestidad y lealtad son valores que deben reflejarse en el individuo en su compromiso con la sociedad, en este contexto, es imprescindible que las instituciones propicien un accionar responsable y ético en sus estudiantes a través de la incorporación de estrategias y metodologías novedosas que orienten de manera integral.

Desde el enfoque histórico-cultural, la educación debe promover el desarrollo sociocultural y cognoscitivo del alumno, ya que los procesos de desarrollo no son autónomos de los procesos educacionales, están vinculados, en tanto que el individuo participe en un contexto sociocultural y existan "otros" que interactúen con él para transmitirle la cultura. Concibe al alumno como un ente social, protagonista y producto de las múltiples interacciones en que se ve involucrado a lo largo de su vida escolar y extraescolar. Los conocimientos que en primer lugar le son transmitidos al alumno, son interiorizados por éste y usados de manera autorregulada. Este paradigma se amolda perfectamente al proceso de educación en valores éticos, ya que como es bien sabido, la apropiación que el alumno hace de los valores éticos, si bien es dirigida, deben ser interiorizados por el alumno mismo, para después apropiarse de ellos y llevarlos a la práctica.

Es importante que todo maestro posea un fuerte compromiso con sus valores, que sea honesto, crítico, respetuoso, preocupado por sus estudiantes, sensible a los avances progresivos de los alumnos.

El proceso docente educativo es aquel que de modo consciente se desarrolla a través de las relaciones de carácter social que se establecen entre estudiantes y profesores con el propósito de educar, instruir y desarrollar a los primeros, dando respuesta a las demandas de la sociedad, para lo cual se sistematiza y recrea la cultura acumulada por la sociedad de forma planificada y organizada. Parte de las necesidades sociales, es decir, de las exigencias que la sociedad hace a sus profesionales, ya que se establecen relaciones entre el alumno y el profesor con el objetivo de instruir en determinada ciencia, desarrollar habilidades y sobre todo educar al hombre en todos los aspectos de la personalidad.

La Educación en Valores debe ser preocupación de todo centro educativo, los docentes y los estudiantes mismos. Ya que es de suma importancia crear conciencia y propiciar la reflexión acerca de los valores éticos.

El valor de los valores

La educación tiene como objetivo transmitir conocimientos, pero también formar el carácter de los alumnos, dentro de lo cual está implícito la formación de valores y la escuela, es el lugar idóneo para ello, entonces, ¿cuál es el papel que desempeña el maestro?¿qué tipo de valores debe promover? Partimos de la idea que educar es la acción de conducir o dirigir; que la familia, la sociedad y los medios de comunicación influyen en los individuos, pero el maestro tiene un papel decisivo; que el fin de los valores es recuperar el valor de la humanidad misma y que dichos valores no se reducen a la enseñanza de una asignatura sino más bien son transmitidos por medio de situaciones cotidianas ya que no es posible educar sin formar en valores, por lo tanto, promoverán la capacidad para formular juicios y actuar conforme a ellos.

Ejemplo:

Un alumno de educación primaria presentó tareas atrasadas, cuando se revisó la libreta fue evidente, sus padres habían realizado las actividades. Al hablar con ellos, se justificaron expresando que finalmente había cumplido, que la materia no era de su agrado y que aún así había aprendido el tema.

Es innegable que hoy en día vivimos tiempos de crisis económica, política, social, ecológica y, hay hasta quien dice de valores. En realidad, los valores nunca han estado en crisis (aunque esa sea la percepción social), los humanos en cambio si lo estamos, tan es así que no existe una figura o un modelo a seguir con las virtudes necesarias para poder serlo. Se dice crisis de valores quizá porque éstos no se reflejan en la realidad y los vemos como algo tan remoto, casi imposible; a ello, la idea materialista de que los humamos valemos en la medida de los bienes y si no, por qué con frecuencia se mide la felicidad con logros materiales.

De manera general, se puede decir que el maestro tiene el deber de ser especialista en su área para transmitir conocimientos, pero además debe poseer ciertas destrezas, habilidades y virtudes que ayuden al desarrollo integral del alumno, es decir, darle los medios para que sea capaz de desenvolverse en la sociedad y contribuya de alguna manera a mejorarla. Es preciso subrayar que la formación de valores es más que la enseñanza cívica lo cual de por sí, ya involucra un juego de intereses. Como los principales involucrados en este caso son los alumnos, no está de más reconocer que son objeto de corrupción, discriminación, intolerancia. En la medida que no existe igualdad de oportunidades, además la educación finalmente es la acción que ejercen las generaciones adultas sobre los niños y adolescentes especialmente porque son quienes aún no están formados y por lo tanto son más manejables lo cual reprime y domina, y esto, es lo que aprenden, de ahí la necesidad de darle un valor a los valores. Por otro lado, la escuela como institución y los maestros como partícipes en ella han sufrido una seria devaluación al entregar resultados poco cualitativos. Es necesario considerar los valores que habrán de reivindicarlos con la sociedad, pero sobre todo los que habrán de transmitir para dar lugar a la formación y desarrollo de sujetos con cierta ética y moral.

El primer paso ha de ser enfrentar el problema, porque los problemas de la humanidad son problemas de todos a final de cuentas y es menester que la sociedad se involucre con esta causa. Sin embargo, la cuestión aquí radica en el papel de la educación y la tarea del maestro quienes deben tener la disponibilidad para asumir el reto de transmitir valores tarea delicada porque más que conceptos es imprescindible el ejemplo. Se debe educar para la libertad, para esa libertad que no requiere castigos y que implica responsabilidad al decidir; y se debe educar en el respeto por igual, sin prejuicios. Todo ello, tiene la finalidad de contribuir a la idea de lograr una autonomía en los alumnos, con esto quiero decir que, aún cuando la formación de valores es labor del maestro, es el alumno quien habrá de ser libre para decidir su propia su ética y moral que no es lo mismo que ser libre de elegir entre lo que se le induce. Es por eso que requiere una gran gama de valores y sus referencias para que le permitan tener la capacidad de aceptar algo desde su propia convicción y no desde la del maestro, a eso se le llama responsabilidad y toda elección tomada con responsabilidad o no, tiene consecuencias.

La problemática radica en cómo enseñar a ser responsable. La responsabilidad tendrá que ser más bien una corresponsabilidad, es decir, implica a uno mismo y el respeto por el otro. Con esto, se puede esperar la satisfacción de haber actuado conforme a una ética y moral, claro, en estos tiempos tan acelerados a pocos les importa actuar conforme a unos principios. El pasado debe ser un antecedente y el futuro una consecuencia del presente, por tanto el reto consiste en crear hoy una base sólida de actitudes y valores y, obviamente darles un valor, una importancia en nuestra vida. Entonces hay que tomar conciencia. No basta saber que el autoestima es el amor racional a uno mismo, sino hacerla motor de un deseo de logro y de superación. No basta conocer que la justicia implica equidad, veracidad y rectitud, sino utilizarla como el mejor medio para la solución de problemas entre las personas y los pueblos. No basta saber que la tolerancia es el respeto hacia las ideas de los demás, es aceptar que no todo es como yo pienso lo cual no significa indiferencia. No basta saber que las guerras son malas, habrá que fundamentar la paz como un deber ético, como una forma de comprensión entre los individuos y los pueblos, como una forma de reconocimiento de la diversidad, entonces habrá que empezar por combatir la violencia más cercana al niño, la que ve todos los días en la calle, en los medios de comunicación, etc. No basta tener buenas calificaciones, sino formar la estudiosidad como medio para aprender y tener una visión más completa en cualquier tema. No basta con socorrer a los pobres, sino crear la sensibilidad hacia las necesidades de los demás. No basta decir al alumno que debe esperar su turno, habrá que sustentar que la constancia y la paciencia son virtudes que están encaminadas hacia el logro de un fin. No basta simplemente expresar que todos somos iguales habrá que empezar por dar un trato semejante al pobre y al rico, al blanco y al negro, al creyente y al ateo, al sano y al enfermo. No basta con hablar de una honradez superflua, habrá que ser honestos con ellos y con nosotros mismos.

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