jueves, 8 de mayo de 2008

Bolivia: El verdadero enfrentamiento comienza ahora


Si esto no es lucha de clases (lucha por el poder), ¿qué es?

Eduardo Dimas (Progreso Semanal)

Cuando apenas había terminado la votación en el Departamento de Santa Cruz, la cadena local de televisión, UNITEL, anunció con toda fanfarria que el Sí había ganado el referéndum autonómico con el 85% de los votos.

Sin embargo, en una alocución al pueblo boliviano, desde el palacio presidencial en La Paz, Evo Morales comunicó al pueblo que el referéndum había sido un fracaso, pues el 39% de la población se abstuvo, mientras que un 11% de los votos fueron nulos.
En el referéndum del 2006, solo el 17% se abstuvo de votar, lo que pudiera significar que el número de santacruceños que no quieren la autonomía y la separación de Bolivia creció en un 22% en solo dos años.


De ser así, Evo tiene razón. Lo más interesante es que la mayoría de los medios de prensa internacionales se hicieron eco de la proclamación de UNITEL, sin esperar los resultados finales.
Otra cosa que llama la atención es que de los estallidos de violencia que se produjeron --pocos, si tenemos en cuenta lo que estaba en juego-- la mayoría de la prensa solo se hizo eco de los provocados por los opositores al referéndum.


Al parecer, según esos medios, la llamada Juventud Cívica Cruceñista se mantuvo pasiva. No obstante, otros medios de prensa dan cuenta de ataques de esos grupos de corte fascista a manifestaciones pacíficas de opositores. Hasta el momento, el saldo es de tres muertos, 18 heridos y 40 detenidos. No se especifica de qué bando.


Así, pues, todo parece indicar que la victoria obtenida por la oligarquía de Santa Cruz, apoyada por la de todo el país, por la de otras naciones y la embajada norteamericana, no es lo aplastante que esperaba. Ni siquiera con la distribución de boletas premarcadas con el Sí. Es decir, ni siquiera con el fraude.


Sobra decir que la oligarquía no lo va a reconocer. Ya UNITEL anunció que el 85% votó por el Sí. No importa que en realidad sea solo el 50% de los convocados a votar --un poco más de un millón de personas-- los que apoyan la separación. Sería aceptar el fracaso de una fanfarronada, ilegal y anticonstitucional, que pudo y todavía puede llevar a Bolivia a una guerra civil.


Desde luego, la confrontación entre el gobierno y la oligarquía no termina aquí. Todavía faltan los referéndum autonómicos, programados para junio, en Pando, Tarija y Benin, los otros tres departamentos de la llamada Media Luna boliviana, dominados, al igual que Cochabamba, por prefectos representantes de la oligarquía que se niegan a aceptar la autoridad de Evo Morales.
Y aunque se haya vuelto de “mal gusto” hablar de lucha de clases, es evidente que el proceso que se desarrolla en Bolivia no tiene otro calificativo. Mientras tenía lugar el referéndum en Santa Cruz, decenas de miles de bolivianos marcharon en muchas ciudades del país en contra de ese acto ilegal.


Lo que se dirime en Bolivia es quién o quiénes van a gobernar el país. El pueblo y el presidente elegido por la mayoría o la oligarquía racista, que ha gobernado desde la independencia en detrimento de la población indígena principalmente.


Si un gobierno que busca la justicia social, que ha nacionalizado parte de las riquezas naturales del país, que ha creado nuevas fuentes de trabajo, amplios programas de salud, educación y el Bono de la Dignidad para personas mayores de 60 años, como una forma de distribuir equitativamente la riqueza. O si un gobierno de las empresas transnacionales y de la oligarquía que han esquilmado sistemáticamente los recursos naturales y al pueblo. No por gusto, Bolivia es el país más pobre de América del Sur.


Y si eso no es lucha de clases (lucha por el poder), ¿qué es? Lo único que ahora la lucha de clases aunque sigue siendo nacional, tiene también un carácter internacional. Existe un vínculo entre la elite de poder mundial, liderada por Estados Unidos y las elites locales.


Cuando, como en el caso de Bolivia, la oligarquía pierde o corre el peligro de perder el poder, de inmediato tiene el apoyo, los recursos y la organización, por lo menos, de un sector de la elite mundial. En este caso de Estados Unidos y, según informaciones, también de las oligarquías de Brasil y Argentina y no duden que de la derecha española.


Por último, en otras ocasiones les he comentado acerca del ejército boliviano, el que más golpes de estado ha dado en América Latina. Pues bien, a finales del mes de abril algunos medios de prensa informaron sobre “extrañas” reuniones de algunos altos mandos militares bolivianos con los principales dirigentes separatistas de Santa Cruz.


Concretamente se señala que el 28 de abril el comandante en jefe del ejército, general Freddy Mackay Peralta, se reunió en Santa Cruz primero con los jefes de unidades militares de todo el país. Con posterioridad lo hizo con los referidos dirigentes separatistas.


El día 29 de abril, el general Mackay convocó a una misa en el Club de Oficiales de La Paz, a la que asistieron unas cien personas entre militares y personas vinculadas a la organización opositora PODEMOS, como Oscar Ortiz, senador por Santa Cruz, y Jorge Tuto Quiroga, expresidente del país y dirigente de ese grupo, que promueve la secesión de los cuatro departamentos de la Media Luna.


Algunos medios destacan que ese era el preludio de un golpe de estado contra Evo Morales, con el pretexto de que había demostrado ser “incapaz” de impedir el referéndum en Santa Cruz y evitar la división del país. El 30 de abril, Evo anunció que existía una conjura para un golpe de estado, promovido por altos oficiales en activo y de la reserva.


Con posterioridad se reunió con todos los altos mandos de las fuerzas armadas y les comunicó los planes del golpe de estado que tendría lugar el Primero de Mayo. Sobra decir que todos los militares presentes, incluido Mackay, negaron tener vínculo alguno con esos planes y reiteraron su fidelidad a la Constitución y al presidente.


El primero de Mayo, Evo anunció nuevas medidas económicas que favorecen al pueblo pobre y fortalece la independencia y la soberanía de Bolivia. Al parecer, uno de los objetivos del golpe era impedirlo. No lo lograron. Pero, no olvidemos que no es la primera vez que Evo aborta una asonada militar antes de que ocurra.


Es evidente que, a pesar del fracaso del referéndum autonómico, la oligarquía y sus aliados harán todo lo posible para sacar del poder a Evo Morales. Las próximas semanas serán de gran tensión y vitales para que los oligarcas y Estados Unidos no se salgan con la suya.
Bolivia, por sus características económicas y socioculturales, es el eslabón más débil entre los países que han dicho no al neoliberalismo y han iniciado una obra de justicia social. Acabar con el gobierno de Evo Morales, no importa el precio en sangre y sufrimiento, sería un triunfo para el imperio y para las fuerzas derechistas de América Latina.


Sería también un duro golpe al proceso de integración que tiene lugar en América Latina. Impedirlo no es solo un deber de los bolivianos y de su gobierno. Lo es también de todas las fuerzas progresistas, antineoliberales y antiracistas de todo el mundo. Si las elites de poder se unen para defender sus intereses, qué impide los pueblos se unan para defender los suyos. Los invito a que mediten.
8/5/08

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