jueves, 17 de abril de 2008

Golpe de Estado en Venezuela. Crónica del asalto criminal a Venpres (III)


Por: VÍCTOR J. Rodríguez Calderón

Los medios golpistas nacionales presentaban programas maratónicos con los gladiadores, centuriones y héroes que habían logrado derrocar al gobierno nacional, se deleitaban con sus hazañas y la mayoría se insuflaban de mentiras y engaños sensacionales. Napoleón Bravo, fue uno de ellos, cuando inició su programa "24 Horas" de ese día, apareció en la pantalla con una sonrisa de oreja a oreja y le dijo en tono cínico a los televidentes:

–Buenos días, tenemos nuevo presidente–.

Posteriormente dio lectura a la supuesta renuncia de Chávez y se vanaglorio, diciendo que en su casa y al lado de su esposa, la periodista Ángela Zago, era que se habían hecho todas las estrategias para esa brillante acción que hoy les concedía la victoria.
En horas de la mañana el personal periodístico, administrativo, técnico y obrero se presentó a laborar normalmente. El Jefe de Información, el de Redacción junto con mi persona y varios periodistas, nos reunimos para realizar una evaluación política de la situación que se presentaba en el país.


–Qué verga, todo esperaba, menos que este cabrón fuera a traicionarnos– dijo una colega y prosiguió: –Yo pienso que así no podemos hacer nada, estamos amarrados y lo que estamos buscando es que nos jodan.


–Tenemos que seguir adelante –expresó el jefe de información–, somos periodistas y vamos a buscar como sacar la verdad hacia fuera.


–Coño, tu ves las amenazas y las provocaciones que nos mantienen en un mar de nervios, anoche llamaron a mi casa, hablaron con mi marido y lo cagaron–, rompe cuando escuchamos un ruido ensordecedor, eran gritos de personas que provenía de la recepción.

9:05 AM. En las instalaciones de la agencia están presentes dos oficiales, un Coronel de la (GN) de apellidos Pernía Guillen, quien dijo que estaba adscrito a la dirección de Guardería Ambiental y un Mayor (también de la GN), venían apoyados por efectivos de la Policía Metropolitana y personas del pueblo, quienes manifestaron que estaban allí en calidad de testigos.


Después de identificarse en la recepción gritaron que se trataba de un allanamiento, que todos se pusieran contra la pared y que le llamaran al Director porque venían hacerlo preso.


Salí inmediatamente para atenderlos, pero junto conmigo se vino todo el personal y se agolpó en la puerta de entrada. Al verme me dijo:


–No se resistan, usted esta detenido, esto es un allanamiento, recibimos una llamada y ya sabemos que están sacando información, rompiendo documentos y dañando los equipos– con furia dijo el Coronel. y continuó: –Vamos a entrar y como testigos están todos estos ciudadanos que nos acompañan. ¿Dónde está el Director?
–Yo soy el Director, pero para que usted pueda ejecutar ese atropello, necesito ver la orden de la Fiscalía– le respondí.


–No hay orden, la orden es este pueblo que nos acompaña, además ejecutamos este acto porque nos duelen los muertos que su tirano cometió ayer. Aquí estamos los representantes del nuevo y democrático gobierno nacional.


–Coronel, lo lamento– le respondí mirándolo a la cara, –si no hay orden no permitiré que ustedes pasen.


Todo el personal me apoyó y también comenzó a gritar, reseñando que sólo éramos periodistas y cumplíamos con nuestro deber.


–¿Dónde está el Mayorcito Navas? ¿Por qué se esconde? ¿Ya se asiló en Cuba?– me gritó el Coronel desafiante e irritado.
–Dígale a su gente que se ponga contra la pared–, mirando al oficial de la Policía Metropolitana le ordenó: –Regístrenlos a todos, deben de estar armados.


–No lo voy a hacer y ninguno va a pasar– le dije con suma paciencia.


–¿Se rehúsa al nuevo gobierno nacional?


–Tómelo como quiera, pero estas instalaciones la vamos a defender hasta las últimas consecuencias, pase lo que pase, cueste lo que cueste y no vamos a utilizar armas, sino ideas.


–¡Ah!.. Usted lo que quiere es plomo, quiere más muertos.


En ese momento llegó nuestra Gerente General, quien se solidarizó con la mayoría de nosotros, pues en ese mismo instante se comenzaron a difundir criterios diferentes y se cayeron las caretas: dos de nuestras licenciadas iniciaron la oración de alabanzas al nuevo gobierno y una de ellas gritó:


–Aquí se nos maltrata simplemente porque somos adecos y porque no compartimos los ideales del loco.


–Eso es mentira, es una calumnia –le dijo otra colega–, coño fulanita, yo sabía que tú estabas metida en este pedo, pero no creí, pensé que por respeto a tu profesionalidad nunca llegarías al extremo de jodernos de este modo.


Cuando el tumulto se iba a lanzar contra nosotros por la fuerza, las puertas del ascensor se abrieron e hicieron acto de presencia los fiscales públicos 31 y 11 del Área Metropolitana de Caracas. Otra colega se había contactado con la Fiscalía General de la República y solo 45 minutos, estos tardaron en llegar al organismo.

Inmediatamente solicitaron reunirse en privado con los funcionarios que allanaban la agencia y con la promesa que posteriormente se reunirían con las autoridades de la institución. La reunión duró aproximadamente unos 30 minutos, luego las dos licenciadas que se habían quitado las caretas, solicitaron una reunión privada con los fiscales y los oficiales que nos allanaban, demanda que les fue satisfecha.


La sorpresa para el resto del personal fue muy dura, ellas eran las cómplices con unos militares golpistas, de todo lo que estaba sucediendo.


Hablé con los Fiscales y estos me aconsejaron que debido a la circunstancias y a las acusaciones de las colegas, era prudente mostrarle las instalaciones a los asaltantes, que vieran los equipos y que allí no estábamos sacando información como ellas lo aseguraban.


Los medios golpistas no tardaron en llegar, Globovisión filmó todo y movió con astucia la táctica para buscar una caída, la colega reportera me entrevistó haciéndome preguntas ingenuas como estas:


–¿Qué estaban haciendo para que el pueblo los allanara?


–Mi amor, esto no es un allanamiento, esto es un asalto criminal al organismo. El pueblo esta en Miraflores– le respondí.


–¿Dónde tienen los equipos que destrozaron?


–No sé a qué te refieres, tu misma estas comprobando que todo está en su sitio y que no hay nada destrozado, como dices tu.


–¿A quién le están mandando las informaciones que están sacando?


–Bueno a los medios de comunicación social nuestros, entre ellos a ustedes, lo que pasa es que no están informando nada.


Nada de esto lo vimos por la pantalla de ese canal. También asistieron Unión Radio, El Universal, Últimas Noticias y otros, pero ninguno se atrevió a decir la verdad. Miento, para sorpresa nuestra, El Universal, en un trabajo de la colega Alejandra M. Hernández F. publicó el hecho y se solidarizó con nosotros.


Al comprobar que nada de lo denunciado por nuestras compañeras era realidad y que los fiscales levantaban un acta donde se expresaba la integridad profesional de la agencia y su distinción por su mística de trabajo, y que la gestión que la manejaba en ese momento, no solo había mejorado las instalaciones, sino que se preocupaba por darle una nueva cara a la información, el Coronel y todos sus compinches huyeron, desaparecieron. Era una victoria ante la inmensa derrota y aunque estábamos perdidos, reconocimos lo útiles que éramos en esos momentos aciagos. Nuevamente proseguimos con nuestra reunión, las amenazas telefónicas eran como bombas y se extendieron a nuestros hogares.


Nos quejábamos de que nos hubiesen dejado solos. El día anterior conversando con el comandante Lagonell, éste se había comprometido en enviarnos un pelotón del Regimiento para custodiarnos y defender las instalaciones, pues en realidad era el único organismo con que ellos contaban para dar información. Decidí comunicarme con el Capitán de Navío, Ríos Vento, Jefe de Inteligencia del Regimiento de Honor. Su voz se escuchaba tranquila y segura:
–¡Hola Víctor! ¿Como están las cosas por allá?


–Un Coronel, un mayor de la Guardia Nacional, conjuntamente con la Policía Metropolitana, acompañados de una multitud de personas vinieron a allanarnos, –le informe y proseguí– pasamos un mal rato, pero lo resolvimos.


–Tienen suerte, el enemigo está azuzando el pueblo para tomar venganza extrema, al Ministro Rodríguez Chacín y al diputado Tarek William Saab, los arrestaron y los ultrajaron y la embajada de Cuba está secuestrada y la acción vandálica la están dirigiendo los alcaldes de Chacao y Baruta.


–Sí eso lo enviamos ya a Telemundo, CNN, Prensa Latina y otras agencias pero no lo han reseñado– le informé.
–Mira, discúlpame, Lagonell, hablo conmigo, para que te enviara gente para protegerte, eso es imposible, no te puedes imaginar como estamos aquí. Lo que puedan hacer en defensa, háganlo. El Palacio está lleno, es como si fuesen a repartir una piñata, es un impresionante salón de fiestas, todos están pasando facturas, exigiendo puestos, proponiendo amigos y están preparando el acto de juramentación del nuevo gobierno para esta tarde. Ahora bien, escúchame y haz lo que te voy a ordenar–. Continué en silencio y pensaba que lo único que nos quedaba era el sombrero del ahogado, en eso el Capitán prosiguió: –Manda gente para el Palacio, toda la que puedas y tú vente que tenemos una reunión urgente esta tarde, mi Comandante Morao Cardona, tiene algo que decirnos, no falles, te esperamos y mientras tanto busca contacto internacional. Informa que el Presidente no ha renunciado y que está secuestrado por los traidores en la Orchila, Nos vemos.
–Creo que somos los únicos medios que quedan leales– le acoté.


–No, tenemos varios medios comunitarios y alternativos aún firmes y necesitamos unirnos todos, para lo que viene, OK.


–Bien, allá estaré– le respondí.


La causa no estaba muerta, no iba a morir jamás: estábamos destinados a salir por las rendijas de la derrota, sin ser héroes, para combatir a toda costa y restituir la causa que se nos había escapado sin darnos cuenta.

A golpe de medio día empezamos a recibir boletines del supuesto nuevo gobierno, donde se nos ordenaba anunciar nacional e internacionalmente, que a las 5 de la tarde se juramentarían los miembros que iban a regir los destinos de la patria. El jefe de Información y mi persona convinimos en retener toda información que nos llegara del nuevo gobierno.


1:20 PM. Recibimos la llamada del contralmirante Molina Tamayo, quien desconociendo la orden que lo había dado de baja en Marzo de 2002, se encaramo de nuevo el uniforme y se encargó de la jefatura de Casa Militar de Carmona. Con ridiculez y arrogancia, éste incapaz nos ordenaba:
–Páseme al Director, es urgente, no puedo esperar.


–Habla con él, ¿con quién tengo el gusto?
–Es el contralmirante Molina Tamayo, es para notificarle que ya le ordenamos al viceministro de la secretaría de la presidencia, doctor José Gregorio Vásquez, que se encargue de nombrar como nuevo director al doctor Egaña; él va para allá y ustedes deben de entregar el organismo sin resistencia, pues de lo contrario no vamos a responder por la vida de nadie–.


Tranco el teléfono sin esperar respuesta.


La incertidumbre se apoderó de todos y a sugerencia mayoritaria convinimos en dejar una guardia que preparara todo para la entrega del organismo y custodiara las instalaciones.
Recibí una llamada de la hermana de nuestro director, quien me informo que éste no había logrado comunicarse porque los teléfonos estaban pinchados, pero que converso con ella y me enviaba unas instrucciones que resultaron muy eficaces.


3:00 PM. El Coronel Ayala Salcedo, quien se encontraba refugiado en Maracay, me informa que la Brigada 42ª de paracaidistas ya estaba lista y que su comandante el General Raúl Baduell, tenía controlada a Maracay, que se disponía con estas fuerzas a recuperar al señor Presidente, y que me apersonara con mis camarógrafos, periodistas y fotógrafos a Palacio.
Le informo sobre la reunión en el cuartel del regimiento y me responde:


–No pierdas tiempo, ve y mantenme informado, tú sabes, como lo estamos haciendo para no correr riesgos.


Pero a esa misma hora, el Fiscal General, Isaías Rodríguez, ofrecía una rueda de prensa donde informó:


–Esto es un golpe de Estado. No queda duda de eso. Aquí se ha violado la Carta Democrática Interamericana y el Protocolo de Washington.


Lo cierto es que los medios golpistas decidieron suspender esta transmisión, y se dedicaron a pasar películas y comiquitas, esos mismos que hablan del derecho a la información, del derecho de libertad de expresión, callaban. Los venezolanos pasaron inadvertidos todos los sucesos que estaban ocurriendo en el país y los que se enteraron lo hicieron por las migajas de lo que informaban por cable los medios internacionales.


Nosotros nos reunimos en una casa en Catia, oficiales, suboficiales, civiles, guardaespaldas... Se trazaron las estrategias políticas y militares, nos enteramos que Carmona pretendía eliminar todas las instituciones y que ese documento ya lo tenia en sus manos. El Comandante Morao, conocía del plan de Baduell, se nos dio instrucciones de toda la estrategia que teníamos que realizar, pero cuando salíamos para palacio, una llamada de mi esposa me puso en el cuerpo un temor, cuando me dijo:


–Mi amor, un comando de la Disip te vino a buscar, revisaron toda la casa y me preguntaron donde estabas escondido o que si te habías asilado, que habían ido a Venpres y que tu no estabas allí, que necesitaba hablar contigo. La orden la dio el General Ovidio Poggioli, es más, revisaron las casas vecinas. Estamos muy asustados, creo que es prudente que te escondas, avísanos cualquier cosa, por lo que me dieron a entender ya tienen detenidos a varios colegas de la agencia, busca protección, nosotros estaremos pendientes.


–No te preocupes, por ahora no hay nada que temer, yo llamo ahora a Ovidio, para ver que es lo que quiere.
Yo a este general no lo conocía personalmente, pero lo mas seguro era que la conversación con el Capitán Ríos Vento la habían "pinchado", pero no le encontraba lógica que sabiendo hacia donde iba, me fueran a buscar a mi casa.


5:00 PM. La colega que teníamos infiltrada en palacio, lo hacia como reportera internacional de la agencia EFE. Procedió y en clave me dijo:
–Encontré el libro, busca la pagina 5, léela y luego conversamos del tema.
–Me parece ver en este momento una situación excepcional en la historia de la nación– le respondí.


Con esto nos poníamos de acuerdo para cruzar las informaciones.


En Miraflores, en el Salón Ayacucho, todo estaba listo y el nuevo Gobierno se preparaba. El señor Carmona, Presidente de Fedecámaras, parecía todo un emperador, se levanta de su asiento y con su sonrisita satánica comienza a leer las demencias que allí le ha preparado el abogado Brewer Carías.


–Quiero asumir ante el país –inicia así su incompetencia política y continúa– el compromiso de dirigir esta etapa de transición tras un periodo tan aciago, tan complejo, donde prevaleció un estilo autoritarista e impositivo –se refería al gobierno de Hugo Chávez–. No hay excesos de poder ni protagonismos personales, el caudillismo ha quedado atrás, las actitudes, las actitudes mesiánicas fueron claramente repudiadas por la nación y condujeron a Venezuela a una profunda crisis, por ello este compromiso de promover esta etapa de transición. El país se encamina rápidamente hacia una recuperación de su normalidad institucional –mentira mas grande que ésta no podía haber dejado para su nefasta historia–. Hago un llamado sincero a la calma en todo el país, a la solidaridad con el gobierno de transición que se inicia, y le pido el mas firme apoyo para que podamos conducir el buque de la nación hacia buen puerto. Se requiere el apoyo y comprensión de todos los sectores de la sociedad en una forma que nos permita insertarnos y ampliar la visión del mundo.


Añadió además, que estaban dispuestos a lograr la recuperación de la confianza y que inmediatamente comenzarían a ejecutar cambios en la política internacional. Estanga no hablaba con la verdad, la ocultaba y se arrodillaba ante el imperio norteamericano y la oligarquía nacional, quienes saltaban de felicidad y explotaban en aplausos y adulaciones. El emperador se auto concedía plenos poderes y procedió a darle la orden a su lacayo, Daniel Romero, para que leyera los nuevos decretos.

Continuará)…


[Ver Golpe de Estado en Venezuela. Crónica del asalto criminal a Venpres (II)] [Ver Golpe de Estado en Venezuela. Crónica del asalto criminal a Venpres (I)]

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