martes, 23 de febrero de 2010

LÓGICO (O LOCO) ESPERPENTO URIBISTA

Darío Botero Pérez



CONTENIDO


Silogismo contundente

Si, según dice el gurú Uribe, la “Cohesión Social” es el validador de sus políticas, tanto la “Confianza Inversionista” como la “Seguridad Democrática” son un rotundo fracaso.


El despojo de nuestro patrimonio común, la inestabilidad y la desigualdad sociales han crecido exponencialmente bajo la gestión del domador de Salgar, su pueblo de origen.


El destacado personaje ha prohijado el desplazamiento de más de cuatro millones de colombianos, campesinos pobres y medios, para exropiarlos de sus tierras y dedicarlas a la “Confianza Inversionista”.


Así garantiza que el “inexistente” conflicto se agudizará, sin esperanzas de solución en el tiempo; de modo que el gasto en represión no dejará de crecer, mientras se recorta el gasto social que podría mitigar los efectos de las pésimas políticas de los potentados criollos, tan ineptos, perversos, corruptos, desalmados, previsibles, irresponsables y arrogantes.


En particular, las lumbreras furibistas se destacan por sus absurdas y nocivas medidas, que el gurú presenta como el non plus ultra ante sus alelados fanáticos.


Le interesa destruir el tejido social, a fin de alimentar una conmoción que intensifique y perpetúe el “inexistente” conflicto. Al mismo tiempo, incrementa la violencia entre los sectores populares, como nunca antes, intentando crear y agudizar divisiones y enfrentamientos que los alejen de veleidades políticas, tanto como de eventuales tentaciones que los induzcan a hacer justos reclamos de respeto a sus derechos humanos, sociales, políticos y civiles, exigiendo la vigencia plena de su ciudadanía.


Es la elemental práctica del “divide y reinarás”, ya tan desacreditada, pero que nuestros estadistas insisten en aplicar como prueba de su grandeza y astucia. De esa estirpe es el empeño en convertir en sapos a los estudiantes y los taxistas. ¡Qué pecadito tanta estupidez tan letal!


Se consideran a sí mismos como clones de los más ambiciosos, astutos y despiadados emperadores romanos, cuando menos. Así de grandes y determinantes para la especie humana creen ser.


Por el lado de los potentados, son evidentes la postración y la corrupción de los partidos políticos tradicionales. Además, como clase social dominante, aterran sus escandalosos negociados, que, a pesar de ser tantos, apenas representan una fracción frente a los que no se conocen aún. También es pavoroso su apoyo irrestricto a USA, traicionando los intereses comunes de la región y a los países hermanos no arrodillados.


Sus organizaciones políticas han sido reemplazados por grupúsculos miserables, conformados por bandidos decididos, como les ha enseñado Uribe, a perpetuar el asalto a la patria para seguir manejándola a su antojo, saqueando y dilapidando sus riquezas, que a todos nos pertenecen pero que ellos consideran exclusivamente suyas, de modo que las manejan a su antojo. El caso de la enajenación de Isagén es tan vergonzoso como nocivo y oneroso, pero todavía se puede evitar, si somos dignos y sensatos.


En consecuencia, lo validado es un fracaso si el silogismo implica que el validador de la grandeza de las políticas del privilegiado, persistente y destacado representante del poder narcotraficante y neoliberal, Álvaro Uribe Vélez, es la “Cohesión Social”.


Evidencia del desastre

Tal cohesión jamás ha estado tan deteriorada; ni presentaba una brecha clasista tan inmensa; ni una discriminación tan notable; ni un despojo de nuestras riquezas tan desmedido; ni crímenes oficiales tan claramente orientados a validar al régimen mafioso y neoliberal, como los de los falsos positivos. Ni sus instituciones habían sido copadas por tantos corruptos, tan desabrochados, insaciables y cínicos.


Ni los ciudadanos habían sido tratados como electrodomésticos o automóviles, susceptibles de ser reparados en cualquier taller (IPS), según la conveniencia de la aseguradora (EPS), y desde que a ésta no le salga muy costosa la reparación, independientemente del bienestar o la dignidad del paciente o de la naturaleza de su enfermedad.


Con equidad neoliberal, todos los intermediarios quieren extraer utilidades de cada trasto humano que cae enfermo, de modo que lo ponen a desplazarse de una institución a otra, sin importarles el estado de su salud ni su posible incapacidad para saltar de laboratorio en laboratorio; y de oficina en oficina; y de juzgado en juzgado, pues si quiere que lo atiendan, la tutela es indispensable.


Es algo totalmente diferente a la atención respetuosa e integral brindada a los pacientes en los hospitales públicos, ahora convertidos en IPS; y en el Instituto de Seguros Sociales, desmantelado y expropiado a los patronos y trabajadores por el Gobierno a favor de las EPS, sobre todo de las particulares.


En ese entonces, los profesionales de la salud merecían y recibían un trato especial. Se los consideraba servidores de la sociedad en vez de mercachifles interesados en enriquecerse a toda costa o, peor, en evitar caer en la miseria.


Su misión era ajena al lucro comercial. Se enfocaba en la restitución de la salud del enfermo, suministrándole los tratamientos, las drogas, el trato personal del médico de confianza y los cuidados necesarios para lograr curarlo, sin mezquindades neoliberales. Pero eso es historia ficción para las juventudes menores de 30 años.


Actualmente, no son pocos los médicos que han tenido que traicionar su juramento hipocrático para lograr sobrevivir junto a sus familias; pues, si proceden éticamente, los echan de su empleo.


Son consecuencias de la ley 100 de 1993, que tanto enorgullece a Uribe Vélez, y de cuya estirpe son los recientes decretos de Emergencia Social, que han rebosado la copa.


Debemos procurar que constituyan las campanadas funerarias para el régimen mafioso y neoliberal, no sólo para su destacado presidente gurú, domador de caballos y mentiroso de siete suelas. No bastan chivos expiatorios para recuperar nuestra dignidad y construir una patria justa. Es necesaria una limpieza total, si aspiramos a una sociedad decente y equitativa.


Actitud de privilegiados

Aunque los terratenientes, así como otros potentados, tanto nacionales como extranjeros, defensores del régimen, han recibido privilegios inmensos, su bienestar no refleja la realidad social en que se debaten las mayorías, cada vez más caótica y despiadada.


Ese inmenso malestar no se puede validar porque unas minorías, siempre privilegiadas, hayan dejado de ser amenazadas por quienes las incomodaron, extorsionaron, secuestraron y asesinaron durante varios años.


Más bien, la profundización de la brecha entre las mayorías y las elites, constituye una prueba contundente del fracaso de las políticas refundadoras de la patria, que tan orgullosamente promovieron los funcionarios herederos de Andrés Pastrana; como un tal Ordozgoitia, ex jefe del Instituto Colombiano de Concesiones.


O el tal Fernando Londoño Hoyos, estafador del Estado desde antes de ser nombrado el primer Ministro del Interior y de Justicia con que Uribe mostró el cobre desde el inicio de su primer gobierno.


Por suerte para Uribe, los aplausos y los gritos de la galería, orquestados por los medios de comunicación al servicio de los potentados, no permitieron que las personas decentes comprendieran la catadura del flamante presidente ni la tragedia que se les venía encima.


Londoño Hoyos es un digno antecesor del desapacible Fabio Valencia Cossio, destacado ejemplar de la corrupción imperante. Ambos están totalmente divorciados de la ética, como todos los furibistas que ejercen cargos públicos, y muchos de quienes los apoyan.


De igual dolencia padecen los bandidos que Uribe designó para dirigir el DAS, entre tantos otros nombrados para apropiarse y negociar el patrimonio común desde numerosas agencias oficiales, puestas al servicio de la codicia individual de los aviesos potentados criminales.


Juzgando por sus decisiones, que no consideraron inexequible la convocatoria al referendo reeleccionista a pesar de su protuberantes irregularidades, es previsible que el Procurador Ordoñez no dejará de declarlos inocentes de graves delitos. Cuando más, los hallará incursos en pequeñas faltas que no merecen sanción penal. Con un jalón de orejas pagarán sus felonías


Lo curioso es que tales figurones, aunque tienen la máxima autoridad, niegan la responsabilidad correlativa, de modo que las irregularidades se las imputan a los funcionarios de menor jerarquía, o a nadie.


Por eso, Uribe, que es el jefe directo del DAS y otras agencias; que nombra sus jefes; que presume de tener gran autoridad; elude cualquier responsabilidad por los actos delincuenciales de sus subordinados que, más bien, a juzgar por las elusiones de responsabilidad de Uribe, serían sus titiriteros y quienes toman las decisiones.


Al menos, es poco dudoso que su impune e inmune primo, José Obdulio Gaviria Vélez, no lo sea. Su papel de jefe de los titiriteros es protuberante, inclusive después de haber salido de su anticonstitucional cargo como asesor del presidente, pagado por una agencia extranjera, el Convenio Andrés Bello.


Maniobras bélicas

Dichas políticas, neoliberales, mafiosas y antipopulares, son encarnadas por Uribe, con pleno derecho. Lo adquirió, por lo menos, desde el gobierno de Julio César Turbay, padre del actual Contralor General de la República; y traidor al subcontinente durante la Guerra de las Malvinas, desencadenada en 1982 por Galtieri como último recurso para seguir ejerciendo su desacreditada dictadura.


La traición del ecuánime Turbay, tal vez inspire a Uribe ahora, cuando los ingleses están fortaleciendo las provocaciones a Latinoamérica. Buscan apoyar la estrategia de los halcones de Washington, para facilitar que el foco regional se sume a la anhelada tercera guerra mundial que salve al anacrónico imperio de su inevitable y definitiva ruina.


Con ese fin, el eje conformado por los gobiernos arrodillados -de los que el Lobo de Honduras y el Martinelli de Panamá, son adquisiciones recientes, que, probablemente, no dejarán de reforzar Laura Chinchilla, de Costa Rica, y el potentado Piñera, de Chile- cuenta con Uribe como su gran baluarte.


Fuera de la oposición interna a Chávez, bastante exacerbada por la derecha internacional, ahora han logrado que exprese su disposición a intervenir a favor de Argentina en cualquier conflicto que pueda surgir con Inglaterra, a cuya reina trató despectivamente.


También resolvieron atacar a Rafael Correa de una manera virulenta, en campaña interna dirigida por un tal Carlos Vera, su antiguo amigo, según dicen.


Así esperan acelerar las reacciones de los gobiernos independientes, que se aprestan a crear, en Cancún, las bases de una organización diferente a la OEA, profundizando el aislamiento de USA y fortaleciendo los lazos de hermandad entre los latinos y las antiguas colonias europeas de diferentes metrópolis (España, Portugal, Holanda, Francia, Inglaterra).


Méritos indiscutibles

En cuanto a los antecedentes de Uribe, trabajó con López Michelsen en la materialización de una de las primeras medidas neoliberales impuestas al país: la obligación de endeudarse con el Banco Mundial para construir una represa enorme, la de “El Peñol”, en Antioquia.


En tal empresa, Uribe cumplió el papel de negociador de predios, aprovechando su vocación campesina y su capacidad para engañar a los humildes.


El sucesor de López no dejó de apreciar los méritos del diligente funcionario, tan bien relacionado con los Ochoa, caballistas y narcotráficantes legendarios.


Lo nombró Jefe de la Aeronáutica Civil. Su alta posición, demostrativa de su genialidad y evidente superioridad, pues la obtuvo muy joven, le permitió otorgarle un auge inusitado al tráfico de alucinógenos ilegalizados.


Lo logró mediante la autorización de matrículas para aeronaves, y de licencias para pistas de aterrizaje en lugares inhóspitos; de esos que frecuentaba su pariente Pablo Emilio Escobar Gaviria. Sin tal auxilio, el peor criminal de Colombia no habría pelechado tanto. (Ver anexo “Pablo Escobar Gaviria”)


El despojo de nuestras riquezas; a saber, de nuestros recursos naturales, nuestros monopolios públicos y nuestra identidad, por inversionistas extranjeros llenos de privilegios odiosos, negados a la inmensa mayoría de los nacionales; tanto como los asesinatos de inocentes, víctimas de múltiples abusos gracias al desgobierno imperante; confirman el desastre social y la acción deliberada de los potentados criollos y extranjeros por perpetuarlo y agudizarlo.


Pero, la necesidad de superarlo para sobrevivir y poder recuperar la dignidad perdida, también nos llaman a la acción libre y soberana; al ejercicio de la democracia directa que nos libere de todas las lacras.


Estadistas geniales

Para comprender la mágica y degenerada gestión del destacado mayordomo, hay que recuperar el sentido original y auténtico de las palabras, que José Obdulio ha desnaturalizado en beneficio de su primo Álvaro, mediante la neolengua uribista, develada oportunamente por Antonio Madariaga, director del periódico Caja de Herramientas, como tergiversadora de los significados, las nociones y los conceptos, según lo postuló Orwell en su “1984”.


Es que son unos lúcidos inéditos: José Obdulio sabe y entiende mucho, o, tal vez, todo; y Uribe recuerda todo o, por lo menos, mucho.


Casos como el de los sobornos propiciados por Sabas Pretel de la Vega y Diego Palacios, prevalidos de su cargo ministerial, comprueban las incoherencias y abusos del régimen mafioso y neoliberal.


Ante el soborno que propiciaron para asegurar la reelección de su jefe en 2006, el régimen y sus jurisconsultos sólo reconocen medio delito: los que pagan por la peca, no pagan sus pecados; pero los que recibieron la paga, están condenados y han sido bastante afrentados.


Y así son todas las realizaciones de este parto de los montes; de esta victoria pírrica del gran culebrero; costosísima y estéril en paz, pero generosa en guerras, corrupción y discriminación, despojo y desigualdad, pobreza, violencia y abandono. Campeona en degeneración y pérdida de valores.


No obstante, sus gestores la consideran una genialidad política inédita y asombrosa, que tiene deslumbrada a la humanidad, como lo comprueba Honduras, con Micheletti y el Lobo de ahora, ansiosos por aprenderles a los genios neogranadinos.


Los saben prestos a celebrar sus 200 años de “independencia”, autorizando a los usanos la invasión militar, para consolidar posiciones y amedrentar al vecindario. También, para elevar el nivel de represión interno en Colombia, hasta hacerse imbatible, mientras pelecha el negocio surgido alrededor de los alucinógenos rentablemente ilegalizados.


Semejantes políticas han seducido a Sebastián Piñera, quien se apresta a tomar la presidencia en Chile y está resuelto a involucrar a los ciudadanos en tareas de espionaje mutuo.


La estrategia de los sapos, aplicada por Uribe con insistencia, bajo el nombre genérico de “inteligencia”, lo tiene seducido.


No se le escapa su poder para crear conflictos entre los seres humanos. Con tal fomento de la desconfianza mutua, busca generar malestar y enfrentamientos violentos en el seno del pueblo chileno, cuyos índices de delincuencia son excepcionalmente bajos.


México también ha acudido a la asesoría de nuestros sagaces potentados, aliados del narcotráfico y la violencia contra el pueblo.


No les queda duda de que esa política disociadora de las masas, evita que se cohesionen para defenderse de sus verdaderos enemigos, que no son más que esos mismos potentados, que gobiernan en todos los países y se apropian de la riqueza social, despojando a las mayorías y condenándolas a la miseria.


La zozobra les permitirá a los potentados pescar en río revuelto, imitando las rentables acciones de los vendepatria colombianos. Por eso las derechas del continente aprecian tanto las lecciones de sus hermanos de clase; les parecen de gran valor. Sus súbitas y enormes fortunas lo demuestran.


¡Qué patriarcas apátridas tan ridículos, patéticos, degenerados, peligrosos y detestables!


¡No permitamos que nos sigan metiendo el dedo a la boca! ¡No seamos tan pendejos!


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