jueves, 19 de agosto de 2010

Cultura política bolivariana

Víctor J. Rodríguez Calderón

NO HAY NOCIÓN MÁS RICA Y MOVILIZADORA QUE LA DEL DERECHO A SER NACIONES LIBRES

El genio de los grandes constructores políticos de todos los tiempos se ha basado en el proceso emancipador del hombre y para ello sus basamentos siempre han ido dirigidos dentro de la ciencia filosófica de la libertad, única capaz de demostrar con capacidad como debe el hombre recuperarse de lo que ha sido sustraído, de su propia condición como tal, su condición humana. Para ello los genios han sido críticos radicales, pues escarbar una filosofía, o crearla, se necesita asignarse el papel de productor de pensamiento para conocer lo que es pensado por el resto de los hombres.

En primer término estructural, éstos se han acomodado a las necesidades de transformación del medio socio-económico que se vive, para crear la emergencia en el contexto de las realidades y los orígenes de la historia que se siente y se palpa en carne propia. Por su puesto que para ello, devolver al hombre genérico, su condición de filósofo, es obligatorio restituirle el poder de ejercer plenamente su libertad, en tanto se pueda pensar y obrar a sí mismo como individuo social histórico.

Dentro de estos procesos encontramos programas planificados en el presente con todo un futuro por delante, donde se lleva todo un catálogo de remedios que pueda curar definitivamente todos esos males que vienen del pasado y que se viven en el presente. Esos programas principalmente los observamos con ese proyecto de mezcla del descontento con lo que se tiene y con la esperanza de lo que como necesidad se debe tener; es decir, ideológicamente esta compuesto de esta bifurcación que en un sentido científico no es otra cosa que la angustia que se vive y la ilusión de alcanzar una vida mejor.

El Bolivarianismo emerge de la verdadera condición humana, emerge en el trabajo, practicando la libertad del hombre para que este pueda así mismo considerarse un ser social. De ahí que la utilización del Bolivarianismo en forma demagógica, cínica y altanera, no constituya mas que un enemigo de tan acusada pobreza que la ridiculez más grande la encontremos en la incapacidad de precisar las diferencias que derivan de la diversidad de circunstancias históricas sobre los fenómenos políticos que como guías, Bolívar elabora para la victoria de una gran unión continental.

Lamentablemente el destino, con la diligente ayuda de las oligarquías de Colombia y Venezuela principalmente, en 1830, por su ignorancia y su capacidad de avaricia, fulminaron la única esperanza que estos estados tenían en su porvenir y los condenaron a un fatalismo diezmador que los retrocedería a ese triste pasado político como lo es el de colonia o estados del tercer mundo, o países subdesarrollados.

El pensamiento Bolivariano, aquel que llevó Bolívar a la política libertaria en su tiempo, es una Obertura, un prefacio, un desarrollo, una progresión, una metamorfosis social humana con el único factor de que Latinoamérica se librara y se construyera totalmente nueva con un fundamento purificador, es decir, el epílogo de su obra político social no se ha terminado y menos en nuestras patrias. Aprender ese único fundamento, es desvestirlo de ese traje de etiqueta que historiadores, escritores, politiqueros y politiquillos le han querido asignar a sus palabras, a sus frases, a sus documentos y a sus acciones estratégicas y tácticas.

Hay quienes ordinariamente pretenden eliminar la dialéctica revolucionaria y en vez de concebirla como el método de desencubrimiento, lo asocian con el de cubrimiento y por supuesto que alejan a Bolívar de toda realidad social para hacerlo pasar por un ideólogo soñador, es decir, constructor que marcha más con la idea que con la realidad. Y así prefieren entenderlo la Mayoría de sus adoradores, porque de esa forma lo duermen y lo congelan paralizando su doctrina para cincelarla de modo que como belleza “única” nunca pueda ser superada. ¿Por qué los adoradores de Bolívar han de elevar en metáforas de corte idealista sus ideas, cuando él jamás lo postuló de ese modo?

Muy sencillo, Bolívar vivió una realidad, salió de ella y dijo vamos a cambiarla; yo seré el primero como vanguardia contra el colonialismo que nos ahoga y nos consume; eso es desencubrir la tiranía y el oprobio. En cambio sus adoradores lo han querido manejar con la manía apologética como si sus ideas fuesen moldes rígidos, no sujetos a la corrosión histórica, ni susceptibles de ser modificados por las circunstancias de los tiempos nuevos.

Ese encubrimiento y alcahuetería no es otra cosa que la forma de mantener viva la tiranía y el oprobio. Bolívar señala concretamente el camino donde está la síntesis y superación futura de los antagonismos sociales que hoy nos acosan y nos exterminan y esto es lo que se resisten a admitir los “adoradores” de toda laya, empeñados, como avestruces, esconder la cabeza para no ver la realidad.

La doctrina Bolivariana toma al mundo tal como existe en la realidad, señala su desbarajuste y emite las posibilidades humanas para hacerlo entrar en razón de lo que es libertad y justicia. Bolívar no hace filosofía de la historia porque esto implica en realidad historia de las ideas. Bolívar se propuso justamente lo contrario y de ahí que señaló que la unión de las patrias desprotegidas y desamparadas nos convertirían no solo en nuevo continente, sino en una potencia, esto no fue una idea imaginaria ni un utopismo, esto lo vivimos con los ojos de la historia, Bolívar en ese momento, en ese tiempo difícil, hizo igual que Jehová, creó la luz para sacarnos de las tinieblas, creó un hombre con nueva conciencia y le indicó que no detestara más de ese mundo, sino que luchara por su mundo y se desarrollara dentro del mismo.

Cuando los latinos vemos como se desborda el modernismo sobre nosotros y nuestras patrias, haciéndonos cada vez más dependientes, más pobres y más alejados de ese modernismo evolucionador, no podemos en otras palabras, sino maldecir a aquellos que por una u otra razón desequilibraron y exterminaron la unión Bolivariana.

Cerrado el proceso histórico de los precursores, se abre el de los libertadores. La reacción represiva de la España altanera no venció el principio revolucionario latinoamericano. Los primeros dirigentes de la libertad entregaron sus vidas, se extinguieron envueltos en el mas terrible crimen que fue capaz de hacer un imperio en el mundo, pero vinieron para gloria de los latinos, nuevos líderes, enérgicos, disciplinados, estratégicos, tácticos y comprensivos de que para llevar una revolución libertaria, se va primero al pueblo se aprende de él, se vive como se sufre con él, se organiza con él y a la voz de combate, político o de acción militar es el primero que se tiene que llevar como trochero de la libertad.

1810 es el tiempo exacto de la coyuntura histórica libertaria, aquí están los héroes y ha llegado la hora de salir del olvido. El esclavo sin boca ni voz entra en escena para el combate que marcará el camino del mañana. El invisible, silencioso, viene junto a los nuevos revolucionarios a convertirse en los protagonistas de ese sueño de tierra y libertad. Los nuevos libertadores hacen que el hombre del pueblo brote de las profundidades, de la espesura, de la oscuridad, que vengan a identificarse con su justicia, su libertad y sus patrias; ellos son llamados en un solo canto “libertad” y esa es la razón de comenzar la lucha de nuevo, reconocerse como seres humanos y ser dueños de lo que ellos han trabajado; vienen a conocer el enemigo : La opresión y la explotación, la deshumanización, el último ultraje que le ocurre a los pueblos indignos e indolentes.

España se mantenía arraigada en los pueblos latinos como el árbol en la tierra, pero llegó el momento para que héroes y pueblo absorbieran el elemento unificador con visión histórica y ya no era posible que estos hombres vinieran más a regar ese árbol sin sombra y sin frutos.

Ya no habrá mas atascamiento del tiempo histórico libertario, el tiempo de suplicar, de mantener esa continuidad pacientifista que adormece con la demagogia, el crimen despiadado que se está cometiendo con hombres y pueblos, frustrando las esperanzas, comienza a ser herida por la contradicción de su práctica y la transparencia de un nuevo movimiento que viene a romper de raíz ese tiempo amargo.

Latinoamérica se estremece, Belgrano y San Martín en Argentina; el doctor Francia en el Paraguay; Artigas en el Uruguay; Hidalgo e Iturbe en México; el general Morazán en Centro América; el rey Pedro I en Brasil; Bolívar se inclina sobre el mapa de la libertad y la unión para crear una potencia.

Héroes y pueblos contra el espíritu dependentista y absolutista que durante trescientos años lo único que hizo fue construir una cultura servilista, inquisidora, expropiatoria de conciencias y nacionalismos.

Bolívar se hace subversivo, traza la estrategia y las tácticas para el programa revolucionario donde la acción militar y la conciencia política irían de la mano para asegurar la victoria de una libertad humana. Bolívar crea, construye durante veinte años una doctrina, la más grande que haya quedado para Latinoamérica, porque ella fue contra las diferencias, las injusticias sociales y la economía que estrangulaba a nuestras naciones. El subversivo comenzó por definir al mundo americano, trazó sus rasgos específicos y señaló nuestros derechos ante la insolencia Europea.

Latinoamericanos por nacimiento no teníamos otro camino que ser libres en Latinoamérica y así se hizo incansable en mantener que la soberanía solo residiría en nuestros pueblos, principal y único principio democrático del mundo y de sus hombres.

Bolívar fue el primer hombre en saber que la democracia no tenia doctrina y que las tiranías utilizaban ideológicamente sus estructuras para mantenerse en el poder político, fue el primer sociólogo en señalar un orden de hechos que exhibían caracteres muy particulares en los latinoamericanos, tales como modos de actuar, de pensar y de sentir, exaltó los hechos que nos dominaban como corrientes sociales y explicó como sembraban en el hombre una conciencia temerosa para someterlos a la voluntad que nos venia de afuera. Enseñó que el hombre latino no podía vivir en medio de la injusticia sin forjarse una idea acerca de lo que ella implicaba, reguló una conducta de rebeldía y en hombres tan retardados y tan analfabetos comenzó su ardua educación.

Los precursores de nuestra gesta entre ellos Miranda, fracasan porque siempre estuvieron fuera del pueblo, no acudieron a él, sino a fuerzas elitescas y para lograr el cometido era necesario la unión de todos.

Miranda se equivocó siendo un soldado de la libertad. Sus intenciones ayudaron, pero su táctica falló. La revolución no se puede esquematizar con signos aventureros, ni mucho menos traicionarlos, ella necesita una posición integral del hombre que haga confluir en una sola vertiente la fuerza revolucionaria con la clarividencia socio-política científica para la formación de una sola razón que haga que el trabajo a realizar no sea un ensueño o una imaginación, sino en la realidad concreta una práctica política creadora para hacer posible la revolución social.

Miranda firmó un armisticio pretendiendo concluir la violencia desatada por la ofensiva y defensiva como si se tratase simplemente de desviaciones ideológicas que pudieran tener un cambio por medio de reformas o tumultos ausentes de todo sentido revolucionario. Así encontramos el infeliz estado provocado por este error político. Los rendidos, los pacíficos agricultores, la población civil, honrada y trabajadora, asesinada por la violencia institucionalizada. La sangre inocente derramó las calles y las plazas de las ciudades de Guatire, Calabozo, San Juan de los Morros y otras partes del país. Estos rendidos lejos de tomar las armas, huían despavoridamente al acercarse el ejército enemigo a los montes, de donde los conducían maniatados para eliminarlos sin derechos a una audiencia; la humillación más infeliz los hacia hincar de rodillas y por evangelio se le daba “vivas” y “gracias” a la tiranía y al despotismo que gobernaba.

[Tomado de mi libro sin editar Bolívar en el Útero Frio de América]

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